
Era uno de esos días aburridos en los que deambulo por Facebook. Entré al perfil de una amiga que hace tiempo no veo. Vi que había asisitido a la comida o reunión de su ex colegio: el Instituto Escuela.
Recordé que, cuando la conocí, el amigo que me la presentó y yo le gastábamos una bromita, le preguntábamos si en el Instituto Escuela había bancas-escritorios, maestros-profesores, alumnos-estudiantes y clases-cátedras.
Sí, lector, una broma estúpida, pero le aseguro que en su tiempo, y con dos o tres cubas encima, moríamos de la risa. Ella no, por supuesto.
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