
No obstante, otra amiga que estaba participando en la conversación, comentó una anécdota a la inversa. Ella iba manejando una camioneta de 3 toneladas, no me pregunte por qué, y su acompañante hombre iba tirado en el asiento del copiloto. Pasaron por algún lugar donde unos señores de dudosa calidad moral le gritaron a ella alguna guarrada. Él ni se inmutó, por lo que ella le preguntó que si no la iba a defender.
Con toda la modorra correspondiente, él dijo que se estacionara, ella obedeció. El increpado bajó, sacó su pistola, le dio un cachazo al primer cristiano que se encontró y se volvió a subir a la camioneta.
Con toda la modorra correspondiente, él dijo que se estacionara, ella obedeció. El increpado bajó, sacó su pistola, le dio un cachazo al primer cristiano que se encontró y se volvió a subir a la camioneta.
"Así o quieres más", preguntó.
Siguieron su camino como si nada hubiera pasado y, dicen, el "piropero" jamás volvió a hablar con una chica.
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