Resulta que, como a este tipo de eventos sólo va la crema y nata de la sociedad, hay unas edecanes de 5 mil pesos la hora. Altas, guapas, voluptuosas. No se ven nada ñeras. Total, sale una edecán escoltando al uno de los luchadores, con sus carnes menéandose mientras camina, y una señora, poco agraciada (o sea, gorda, fea y con el pelo ceboso), le grita:
- ¡Por lo menos mis lonjas son naturaleeeeeees!
Y esas son las historias que se conocen si uno va a ver el deporte más "nice" de México.

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