Un primo me dijo que había una taquería muy buena, y como es primo le creí y fui a comer una deliciosa gringa. Como en toda buena taquería, el menú era vasto: alambra, bistec, bistec con queso, bistec con queso y tocino, pastor, suadero, longaniza y demás delicias de la gastronomía vulgar mexicana.
Esto pensaba cuando, de pronto, vi un letrero en la pared. Entonces recapacité y me dije: "una taquería gourmet".
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