12 de mayo de 2009

Guía práctica para ser un mejor estorbador. Parte 1

Estorbar, un verbo que los mexicanos, en particular los defeños, vivimos todos los días, de muchas formas y en diferentes momentos. Es un verbo importante, pues también es parte de nuestra cultura. Estorbar, poner dificultad u obstáculo a la ejecución de algo, molestar, incomodar. Uno no puede considerarse un buen mexicano si no ha estorbado por lo menos una vez en su vida.

Lamentablemente, la acción y efecto de estorbar está sobrevaluada, la gente ya no estorba como solía hacerlo. Hoy las personas son descuidadas, no piensan en que el prójimo (entiéndase por prójimo la persona a ser estorbada) merece un estorbo de calidad, de buenas formas; no un mero obstáculo abandonado que sólo cause problemas a la ciudadanía.

Por eso hay que entender que estorbar es un arte, una ciencia que, si bien muchas personas alrededor del mundo han tratado de imitar, es exclusiva del mexicano promedio. Somos expertos, no debemos perder el toque mágico, la forma bestial; no debemos, pues, dejar que una de nuestras características principales se vea estorbada por no saber estorbar.

Como ya lo he mencionado, las formas de estorbar varían. De acuerdo a la condición de cada persona e incluso a la actividad que realice para sobrevivir, uno puede ser o no un mejor estorbo. Aquí unos consejos prácticos que, en caso de requerirlos o de querer convertirse en un estorbador de primerísimo nivel, le serán de mucha ayuda (recordemos que esta guía tiene el propósito de ayudarle a ser mejor estorbo, no hacerlo millonario, saludable, etc.):

1. Conviértase en camionero

Aunque es probable que el oficio no le reditúe y tenga que trabajar largas horas, sin duda el ser chofer de algún vehículo del trasporte público le abrirá un sin fin de posibilidades en el campo de la estorbancia. Si elige ser chofer de camión, usted será inmune a las agresiones de la ciudadanía, puesto que su vehículo lo protegerá. Los choferes son expertos estorbadores, el unirse al gremio le dará la experiencia necesaria para hacerlo como se debe. Imagine que a los pocos meses de ejercer el oficio usted podrá lavar su unidad a media calle (aunque sólo haya dos carriles), invadir los carriles centrales del periférico (si reside en la Ciudad de México) con total impunidad para “ahorrarse” la lateral que va cargada o, simplemente, aventar la lámina sin temor. Además de todos estos beneficios viales, usted formará parte de un grupo de personas que, aunque descuidadas, no han perdido, del todo, la clase (osease el feeling) para estobar como dios manda.


Vienen más consejos, no coma ansias, mi querido y estorboso lector.

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