Y aunque el título de esta entrada sugiere que usted, morboso lector, podría leer algo impactante o amarillento, lamento decirle que
nanai. Se trata de algo que leí ayer en el Wall Street Journal (diario que por cierto dedicó un gran artículo al "Chapo" Guzmán en días pasados -se lo recomiendo-): Ripley se está quedando sin rarezas.
¿Qué le pasa a una de las compañías de lo asombroso más grande del mundo? Pues la crisis, qué más, no hay lanita. Resulta que en los últimos cuatro años, y a pesar de la poca liquidez, la empresa ha abierto museos en Nueva York, San Antonio, Londres y Bangalore, además de que tiene programada la apertura de otros tres, uno en Corea del Norte, otro en Australia y el último en, nada más y nada menos que Veracruz, México. Estas inauguraciones han provocado que el
stock de rarezas se agote, porque pos' hay que rellenar las vitrinas veá.
Y también sale a relucir que la gente ya no quiere vender sus "obras de arte". Ejemplo es el señor que hizo una réplica de San Francisco con palillos y por más que le han subido la oferta dice que no. La última fue de 50 mil dolarucos, pero dice (el escultor) que es como su Santo Grial, ¡vaya comparación! Aunado a esto, los que sí quieren vender, manejan precios muy elevados. Por ejemplo, las clásicas cabezas reducidas que hace tiempo se podían comprar por 500 dólares hoy no cuestan menos de 50 mil.
Así, Ripley tiene hoy (en bodegas) tan sólo el 10% de artículos raros de lo que tenían hace dos años. Otro monstruo empresarial que se viene abajo. Aunque usted no lo crea...
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