Tiempo para todo

Seguramente los padres de muchos, por lo menos en una o dos ocasiones, nos sentenciaron con la frase "¡No, hay tiempo para todo". Ya sabe, estimado lector, hay tiempo para llorar, para jugar, para hacer la tarea, para portarse bien, para portarse mal, para ver la tele, para ir a la escuela y para cualquier cosa en la que uno se quiera ver involucrado. Y el asunto con esta frase es que uno no puede o debe hacer lo que se le venga en gana, cuando y donde se le venga en gana.

Si uno comprendió el significado de aquellas palabras, entonces también sabrá que cuando no se hizo algo en el tiempo que se debía, en algunas ocasiones debe resignarse a no hacerlo jamás. Si se hace caso omiso a esta premisa puede usted caer en el ridículo, como lo hizo Anina Otterbach en días pasados. Y es que ella no entendió que si no pudo celebrar sus quince años con una fiesta cuando era una jovencita, lo mejor era resignarse.

Así, a esta socialité de petatiux, de cuarenta y tantos años (mire usté qué inteligente, no reveló el dato), se le ocurrió festejar su último onomástico con una fiesta estilo dulces XVI. Y como revela el suplemento RSVP de Excélsior: "sus amigas llegaron al salón en un microbús, mientras que ella lo hizo en un beetle rosa y acompañada de un chambelán... luego bailaron diferentes canciones mezcladas por un dj, entre las que no podía faltar el tema de la telenovela Quinceañera".

Imagínese, lector, a una bola de cuarentonas envueltas en vestidos de olanes y más olanes, gasa y crinolinas, con guantes blancos y, para rematar, tiaras brillantes en la cabeza, bailando al unísono canciones de ésas. No dudo que hasta columpio hubieran instalado... ¿Qué habrán pensado sus hijos? o sus esposos, cuyas cónyuges, no conformes con el suicidio social que el haber asistido (peor aún haber organizado e ideado) suponía, osaron posar para un suplemento de sociales.

Me quedo con la reflexión: el ocio es la madre de todos los vicios, y para no estar pensando en ridiculeces y mucho menos llevarlas a cabo, sin duda debemos buscarnos un trabajo, o mantener el que tengamos.