Hace algunos ayeres (aunque no tan lejanos), cuando Etiopía llevaba por nombre Abisinia, existía en ese país un emperador de nombre Menelik II, quien nació en Sahle Mariam, en 1844 y murió en Addis Abeba, ciudad que él mismo fundó, en 1913. Su gobierno se caracterizó por llevar políticas de modernización militar, económica y cultural para fundar las bases de un estado moderno.
Hacia 1890, Menelik se enteró de una nueva forma para ejercer la ley cuando tuvo noticia de la primera ejecución de un prisionero utilizando la silla eléctrica. Esto cautivó al emperador, quien sin dudarlo hizo un pedido de tres artefactos para utilizarlos en su reino. Lamentablemente, el poder no supone conocimiento, y pobre Menelik lo constató, pues cuando sus flamantes adquisiciones llegaron, él, como niño que recibe un regalo, las abrió y descubrió que necesitaban energía léctrica para funcionar. Oh sorpresa...
Fue así como la corte estrenó trono, ya que Menelik, al verse desconcertado, no dudó en darle un buen uso al aparato. Pos si ya pagué por él, ora hay que sacarle jugo.
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