22 de agosto de 2011

Ay, Felipe, Felipe...

No importa que el país esté sumido en la violencia, que las cifras de muertos aumenten por decenas cada día, que los destinos turísticos (como Acapulco o Ixtapa) estén vacíos, que la gente tenga que cerrar sus negocios porque no pueden pagar la extorsión, que los pobres aumenten y el empleo se reduzca, que los monopolios persistan, que la corrupción crezca y crezca y crezca, que la educación siga en manos de una bruja trepadora, que los secretarios de estado descuiden su trabajo por priorizar sus aspiraciones políticas personales, que las promesas de campaña no se cumplan... nada de eso parece importarle mucho a nuestro presidente, FeCal, como algunos, mordazmente, lo han llamado.

Lo que sí le importa es glorificarse con un conductor gringo y tomarse unas "merecidas" vacaciones mientras guía a dicho señor en un tour por el país que descuida, que no protege, que todos los días ve desmoronarse un poquito más. Mientras veo su diminuta figura (exaltada por una edición al más puro estilo de Hollywood y una narración heroica) subiendo la pirámide, pienso en lo estúpidos que hemos sido, que somos, por permitir que un personaje tan cínico gobierne nuestro país. Y espero que el próximo año no pase lo mismo con el muñeco que, según todas las encuestas, es, por lo menos, el más popular.


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