25 de abril de 2011

Saquen el sake

México es sorprendente, sobre todo las personas que lo habitan. Muchas veces he mencionado la creatividad de mis compatriotas en este espacio, y hoy no será la excepción.

El viernes pasado fui a comer a un lugarín llamado Asia. Así es, estimado lector, es usted muy perspicaz, es un restaurante de comida asiática. Como nunca había probado el sake, decidí que era buen momento de hacerlo, así que mi tío y yo pedimos un poco, caliente, pa' que abriera estómago.

Usted dirá: ajá, ¿y eso qué? Pues nada, yo no estaba enterado de que había ley seca, pero el mesero sí que lo sabía, pero como no es plan dejar que el comensal se quede con las ganas de probar bebidas alcohólicas, se las ingenió para disfrazarla. Así, cuando llegó el chupirul, no apareció en su típica botellita, sino en una jarrita de té. Incluso el mesero se refería a la bebida como té: "le dejo su té, señor", "le retiro el té, señor", "¿qué le pareció el té, señor".

Y yo, como buen comensal, agradecido con la creatividad de quien servía, pues no tuve opción y me lo empiné, a pesar de que a esas alturas ya sabía del chanchullo para violar la ley, que, por cierto, me parece una claro ejemplo de cómo el gobierno viola nuestra libertad de ingerir lo que nos venga en gana, cuando nos venga en gana.

2 comentarios:

  1. Cierto, la ley seca es una necedad. Cierto, lo que hizo el mesero (nos parezca bien o mal) estaba fuera de la ley. Cierto, te trajo un beneficio directo. ¿Por qué balconear al restaurant y al mesero?

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  2. No fue para ventilar, simplemente ahí sucedió todo... Hubiera puesto el nombre de cualquier restaurante.

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