23 de mayo de 2011

Escaleras


El joven tiene unos 16 años. Se nota el sobrepeso, pero no es un gordo de esos que se balancean al caminar. No se ve bien, pues, le hace falta caminar. Son las nueve de la mañana y trae un mochila colgando del hombro, pantalones de mezclilla negros, playera negra, tenis negros y audífonos blancos (clásicos de iPod). El tipo vive en el segundo piso, yo bajaba del cuarto, por las escaleras, cuando escuché que cerraba la puerta de su departamento. En el descanso de la escalera, vi que apretó el botón para llamar al elevador. Lector, segundo piso.

Creo que ni la vecina del tercero, que tiene 80 años, usa el ascensor de una forma tan indecente. Claro, el muy huevón es incapaz de pensar que gasta energía y su corta edad demuestra la poca visión de cabecita, porque si lo hace para bajar, que es lo más fácil cuando se trata de enfrentar a una escalera, sin duda lo hace para subir. ¡Dos pisos! Conté los escalones lector, 28. Ya ni porque está gordo camina...

Estoy indignado. Si lo vuelvo a ver le voy a romper las piernas, así tendrá motivos suficientes para gastar luz y no usar las escaleras.

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