19 de noviembre de 2010

¿Dónde estacioné a Rodolfo?


Ni se imagina usted, lector, lo que significa repartir regalos toda la noche, en millones de casas, y sólo recibir unas cuantas galletas con un vaso de leche a cambio. Sé de buena fuente que a Santa ni le gusta la leche (es intolerante a la lactosa). El suyo (no el de usted, el de Santa) es un trabajo ingrato, gratuito y poco apreciado, porque, hay que reconocerlo, los mocosos sólo se acuerdan del gordito en diciembre, y sólo un par de semanas antes de que llegue; cuando reciben sus regalotes, los muy ambiciosos olvidan al de rojo y apuntan hacia el interés de los tres monarcas.

Póngase en los zapatos (o más bien en las botas) del Sr. Clause. Por eso no lo juzgue cuando vea el video que postee aquí abajito, mejor entienda que, de vez en cuando, uno necesita sacar sus frustraciones y enterrar sus enojos. Después de todo, el panzón se rifa, ¿qué no?

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