20 de enero de 2011

Cambio de nombre


No sé a usted, lector, que seguramente es un as al volante, pero a mí me costó trabajo aprender a manejar. No es que mi papá fuera un mal maestro, simplemente sus técnicas de enseñanza y las mías de aprendizaje no "matcheaban" tanto. El caso es que a mucha gente se le complica, y todo esto depende, precisamente, de dos partes.

Hay personas que de plano deberían tener un chofer de por vida, o en su defecto viajar en trasnporte público (hay tantas opciones en nuestra ciudad). Hay otras que aprenden rápido y bien, punto. Por otro lado, el de los docentes al manejo, vaya... algunos deberían pagarle a una escuela que le enseñe a sus hijos.

Todo esto sale a colación porque ayer, platicando de anécdotas pasadas, recordé la de un tío, Gervasio: su hermana le estaba enseñando a manejar, fue un proceso tortuoso, de varias semanas, pero finalmente él adquirió la técnica. Lo único que dudaba, dice, es si al final del curso se llamaba Gervasio o pendejo.

2 comentarios: