8 de septiembre de 2010

Alto es alto


Hoy me voy a poner político y social porque en mi país así están las cosas. Violencia y más violencia, y guerra contra el narco, y todos los días ganamos (dice el presidente) un cachito más de la batalla. Y caen capos de un bando, pero no del otro; caen hartos sicarios, pero pocos agentes; caen la esperanza y la alegría de los pueblos, también. Y el miedo sube, eso que ni qué.

Llevamos días con lo mismo: el ejército le pegó de balazos a una familia. Ya lo habíamos visto, ya había pasado. ¿Qué pensar? ¿A quién echarle la culpa? Como bien dijo Pedrito Ferriz de Con, hay que poner las cosas en contexto.

Si algo sabemos todos los mexicanos es que estamos en guerra, sí, nuestro país es una warzone total, y por ende debemos andar con cuidado. También debemos estar informados. Claro que no se necesita mucho para saber que las carreteras están topadas de retenes militares, y que cuando le dicen que se pare, ¡pues se para! Porque si no... ¡pum, pum, pum! Y a chingar a su madre todos los de enfrente (y los de atrás y los de en medio).

Así, si viene manejando en la carretera después de una pachanga (borrachito o no) y está usted en Nuevo León (donde la cosa está ruda) y un retén le dice alto, baje la velocidad poco a poco y, una vez que se haya detenido el auto, apague el motor, coloque las manitas en el volante y trate de sonreirle al teniente en turno.

¡No sea irresponsable! A menos que quiera que le maten a su chamaco.

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