21 de octubre de 2010

Dos grandes


Rescato una anécdota que me contó el tenor Mauro Calderón, cuya nueva página ya está en línea, visítela aquí, lector.

En este país llamado México hay dos hombres: el primero está viviendo su año 100; el segundo, su 71. Los dos son importantes: el primero, porque es el último gran compositor de música mexicana que sigue respirando; el segundo, porque es el hombre más rico del mundo. Estoy seguro, querido lector, que conoce el nombre del magnate, pero no el del músico, Manuel Esperón.

Resulta que el hermano de Don Carlos está muy enfermo, y como anhelaba conocer al maestro Esperón, se organizó una visita a su casa. Todo esto fue posible porque Carlos Jr. estuvo en contacto con Esperón y organizó un homenaje para él hace algunos meses. El caso es que llegaron a la casa del hermano de Don Carlos, Manolito, su esposa, sus hijas y Mauro (quien es el intérprete oficial de la música del maestro). Ahí ya los esperaban Carlos Slim y su hermano.

Todo fue genial. Una tarde de música (en concierto privado, como debe ser) que duró seis horas entre peticiones, tequilitas y buena conversación. Don Carlos estaba entrado en la plática, hablando de sus proyectos, de cómo la música le recordaba tiempos pasados; sue hermano, feliz por lo que estaba sucediendo; y los demás disfrutando de la velada.

En eso, el maestro Esperón, de la nada, se voltea con su esposa, y dice: "Bueno, ya vámonos, ¿no?". A lo cual le siguió un sentimiento de pena ajena inmensa y, por supuesto, una disculpa dirigida al señor Slim, quien con la humildad que (dicen) que lo caracteriza, respondió que no había problema y que entendía la situación.

Moraleja: no importa cuanto dinero tengas, si un viejito de 100 años se quiere ir, te lo dirá de frente, así que tómalo con filosofía.

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