22 de octubre de 2010

Pequeña equivocación

Usted sabe, lector, que a veces las personas no se entienden. Y esto es normal, ¿no? Porque aunque vivamos en el mismo país o hablemos el mismo idioma, cada cabeza es un mundo y la idea de la vida o de cualquier punto de la misma varía de individuo a individuo.

Lamentablemente, muchas veces uno debe ser claro en lo que necesita, en lo que dice, en lo que pide o en lo que quiere, porque si no, es probable que las cosas resulten harto contraproducentes y en ocasiones el daño puede ser irreversible, como cuando uno pide un servicio. Imagine que llega al doctor (al cirujano plástico) y le pide que le haga tal y cual procedimiento. Usted se va a su casa pensando que después de la operación será un ejemplo de belleza mundial. Llega el día y está seguro y tranquilo, porque ya le explicó al cirujano cómo quiere verse. Sin embargo, cuando se le va la anestesia y se para frente al espejo, es usted un bodrio. Terrible, ¿no?

Eso mismo le pasó a esta señora, que pidió que "le subieran las nalgas".



Sea claro, lector, ¡sea claro!

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