20 de octubre de 2010

Robo (parte 2)

(Si no leyó la entrada de ayer, revísela. Pa' que entienda).


El señor, el tipo del machete y el niño guía iban en caravana para sorprender a los ladrones cuando, tal vez por sospecha (pues los tres estaban expectantes) o por chisme, otro carnal se les acercó:

- ¿Qué pasa?, qué buscan o qué? - preguntó.

Entonces contaron la historia de nuevo. El carnal se quedó pensativo, sacó una placa (que parecía falsa, pero no lo era) y después dijo:

- Pues yo soy policía judicial, ¡les ayudo!

Ahora iban los cuatro, dispuestos a hacer justicia. Los "cacos" estaban viendo el golpe que tenía su coche y esto les dio oportunidad a los vigilantes de sorprenderlos y ajustar cuentas. El señor, insisto, aún con su piernita lisiada, se acercó a uno y le asestó un buen golpe, mientras los otros amagaban al segundo y el niño de la bici observaba con orgullo. El ladrón número uno suplicaba:

- Ya, carnal, era para sacar pa' mi gasolina - decía mientras el afectado, enfurecido fintaba un segundo golpe.
- Pues te salió muy caro el chistecito, cabrón, porque ese de allá es policía- amenazó.

Para no hacerle el cuento largo, querido lector, los asaltantes terminaron pidiendo perdón. Evidentemente el asaltado recuperó tanto su cadenita como la esclava y, por si fuera poco, en vez de los 30 pesos que le habían robado, le regresaron 50.

Sin duda esto es una muestra de que para ser ladrón, aunque sea de parque, se necesita cierto profesionalismo. Además, uno no caga donde come, con esto quiero decir que, si alguna vez piensa que lo de la "asaltada" es lo suyo, hágalo lejos de su casa, no vaya a ser que sus víctimas se tornen valientes (como ya es costumbre en algunas zonas de México) y decidan ir a darle una lección.

NOTA: es probable que hay omitido o exagerado algunos detalles. Si quien contó esta historia lo nota, entienda que mi memoria no es fotográfica, pero la esencia de la anécdota se rescató, ¿a poco no?

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