7 de enero de 2010

Terrorista a la fuerza

Para la gente del gobierno de Eslovaquia no hay "de que no quiero". Ayer leí una de las noticias más absurdas, pero también preocupantes. Absurda por que ¡no ma! y preocupante porque atenta contra los derechos de las personas, en toda la extensión de la frase.

Resulta que en Eslovaquia están preocupados por la seguridad en sus aeropuertos. Ya ve, lector, que con esto del terrorismo y la violencia y los ataques todos se ponen paranoicos. Entonces decidieron hacer un ejercicio para probar la eficiencia de su seguridad aeroportuaria y, al azar, escogieron a un par de pasajeros. Una vez identificados los conejillos, les plantaron, obviamente sin que ellos supieran, algunos explosivos en su equipaje.



Tibor Mako, jefe de la Policía Fronteriza, tuvo que poner su cara de "yo no fui" al
leer el comunicado del Ministerio del Interior eslovaco, en el
cual pidieron perdón por el error.


Uno de los pasajeros fue detenido (un perro detectó su carga) antes de abordar el avión que lo llevaría a Dublín, pero el otro logró "burlar", sin saberlo, la seguridad y alcanzó su destino. Tres días, estimado lector, tres días tuvieron que pasar para que los autores intelectuales de tal faramalla se acordaran de que había otro pasajero que llevaba explosivos en su maleta. La historia terminó en que avisaron a la policía irlandesa, cuyos agentes recuperaron las bombas.

Vaya historia, lector. Y yo, iluso, pensaba que ese tipo de cosas sólo se podían ver en México, país surrealista por excelencia según André Breton.

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