10 de marzo de 2010

Un nombre conflictivo

Ya sabemos que en este mundo hay gente que no tiene piedad y le pone a sus hijos nombres de terror. Esta gente merece la cárcel o una demanda. Si no me cree lector, retroceda en el tiempo y recuerde una entrada que escribí en abril del año pasado. En ese caso eran nombres pinches; hoy, es uno pinche y conflictivo.

Desafortunadamente, la señora del nombre en cuestión ha perdido la vida. Pero ha de haber sido mayor el infortunio de quien tuvo que lidiar con sus papeles. Incluso ella, en vida, debió haber tenido hartos problemas al tramitar credenciales, créditos, cuentas, etc. Imagínese, lector, ¿cómo le habrá hecho para elegir qué apellido dar cuando quería su credencial de cliente frecuente en el cine?

Peor aún, ¿cómo habrá enfrentado a la burocracia mexicana? Ya la imagino en una oficina de la Secretaría de Hacienda, explicando que ni modo, que así se llamaba, y al haragán del mostrador, con una hueva del tamaño del mundo, mandándola con otro de igual calaña.

También debieron de haberla molestado mucho en la escuela. Nunca faltan los ojetes que lo hacen: en este caso me imagino que un grupo de chiquillos maldosos se puso de acuerdo para llamarla cada quien por un apellido distinto... Bueno, es una idea.

Pfff, ¡¿o su CURP (Clave Única de Registro de Población), cuyos elementos incluyen las letras de los apellidos?!

Ah, claro, lector, he aquí el obituario original, para que sepa de qué le hablo (por cierto, seguro que el de los obituarios también sufrió). ¿Se da cuenta de que como el nombre es muy largo no hay muchas palabras de aliento?


Éste es el claro ejemplo de cómo un nombre mal puesto, mal pensado o dado por el mero placer de chingar a un hijo puede ser el mayor problema en la vida de alguien.

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