30 de abril de 2010

Caridad

Acabo de unirme a un grupo en FB que se llama "Por el corazón de Álvaro". ¿De qué se trata? Resulta que este chavo, a quien no conozco en persona pero que está a un grado de separación gracias a mi primo y a la novia de mi mejor amigo, necesita un transplante de corazón y para poder hacérselo la familia debe pagar la estúpida, aberrante y escandalosa cantidad de 700 mil dólares. (¿Eso cuesta una vida?).



Como la familia no tiene el dinero, desde hace un rato están armando varios eventos para recaudar fondos. Al parecer la respuesta de la gente ha sido fenomenal y ya tienen 250 mil o más. Ahora veo la página y veo a la gente que lo conoce, moviendo cielo mar y tierra para vender boletos, conseguir quien done esto y lo otro y no puedo más que pensar en la grandeza del ser humano que, cuando se une en la tragedia, puede lograr cosas increíbles.

Pero a la vez que me maravillo no puedo dejar de pensar en la situación del mexicano, de nuestra sociedad que, por un lado, puede salvar la vida de un chavo de 21 años, pero, por el otro, está destrozada por la zozobra y por la violencia. ¿Dónde queda la unión? ¿Dónde queda el deseo de hacer el bien?

Estoy seguro de que si todos nos uniéramos a una causa común, como un pequeño grupo se ha unido a la de Álvaro de la Peza, nuestra vida sería infinitamente distinta.

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