7 de mayo de 2009

Soy cadenero, ¿y qué?


Para la gente que no ha ido a un antro, o disco, o lugar de esparcimiento diseñado en esencia para bailar pero utilizado para embriagarse, le comento: la mayoría de estos lugares en la Ciudad de México y otras del interior de la República cuentan con un servicio a veces imprescindible, sin el cual probablemente no podrían sobrevivir: los cadeneros.

Cadenero: ente de proporciones corpóreas desagradables, acento desagradable e ideas desagradables, generalmente conocido por el diminutivo de su nombre o simplemente como "pepe".

En la cultura nocturna o del "clubbing" (como algunos dueños de estos lugares han optado por definirla), el cadenero cumple una función muy importante: seleccionar. Y no es que el ser selectivo esté mal, después de todo uno debe escoger en la vida, el problema es el seleccionador, pues en el mejor de los casos éste será un egresado de alguna EST (escuela secundaria técnica) de algún pueblo de Guerrero que por algún motivo conoció a alguien que conocía a alguien que lo metió a trabajar en un antro de Acapulco.

¿Por qué habría de llegar a la Ciudad de México? Porque en el clímax de su carrera, el cadenero puede aspirar a eso. Si se es buen seleccionador en Acapulco, se puede llegar a serlo en la gran capital, ciudad de glamour y caché, de sueños y motivaciones, la meca de la banalidad nocturna. O simplemente se metió a la cama con alguien, uno nunca sabe lo que la gente haría para conseguir algo.

Pero no dudemos del poder que los cadeneros ostentan, estas personas son capaces de lograr que alguien (generalmente algún jovencillo sin autoestima) espere afuera de su antro, rogando por entrar durante tres horas o más, soportando malas caras, malos tratos, empujones, pisotones y todo lo que una persona cuerda podría desear al estar entre una multitud que poco a poco se desvanece para dejarlo solo, o con alguna amiga, vestida con una minifalda ridícula y con el frío de la madrugada calando sus huesos. Si no les llueve, se consolarán comiendo hotdogs en el puesto de la esquina, a las 2 AM.

Otros cadeneros demuestran su poderío manipulando, recuerdo alguna historia: una niña de escasos 16 años, bien formada, guapa, trata de entrar a una discoteca en Aca güé. Viste cual trabajadora del Tavare's, pero aún así se ve bien. Va sola, confiada en que su outfit cautivará al pobre diablo de la puerta. Al llegar a la cadena, lo inimaginable, el chango le dice que no. Para no hacer el cuento largo, después de haberle rogado en incontables ocasiones, la chica perdió toda la confianza y el estilo con el que salió de su casa. En un acto desesperado por reunirse con sus amigas, quienes ya estaban dentro del lugar, le dice al doorman: "si me dejas entrar te enseño una -chichi-". ¡Dios santo! ¿Qué diría la madre de esta escluincla si la oyera? Y el cadenero como gato que es, inflado, ahogándose en su propio ego, le dijo: "¿Qué no entiendes que no vas a pasar? Ya vete". Por supuesto, esta chica regresó al día siguiente, quién sabe si entró...

Esta historia, que por cierto es verídica, ejemplifica dos cosas:

1. Los cadeneros no tienen noción de sus actos, han perdido la capacidad para discernir entre el perfil que maneja el lugar y se reservan la admisión para todo aquel naco que los salude de mano (es naquísimo saludar a un cadenero porque, por definición, no es más que un empleado de bajo nivel) o la zorra que se atreve a darles beso en la mejilla (¡qué p..o asco!).

2. Las personas que van a los antros tienen la culpa de que se les trate de esa forma. Aunque debemos comprender que, para mucha gente, el rogar, aperrarse, ser mal atendido y pagar precios exagerados es parte de un estilo de vida que simplemente los hace sentirse en la punta del cielo, ¡soy grande!, sueñan en sus borracheras, ¡entré al antro de moda!, comentan en sus salones de clase. Para ellos la humillación lo vale.

Sin embargo, hay que tomar en cuenta que los cadeneros, como los clientes (entren o no) no son más que víctimas de su sociedad, producto de un círculo vicioso basado en el poder o el "poder", reducido a un grupo mínimo de personas que seguirán yendo a estos lugares cada fin de semana.

Sin duda, los cadeneros son la escoria de las discotecas, sin ellos, cualquier hijo de vecino podría disfrutar de las ventajas que estos lugares ofrecen. No puedo mentir, hay antros muy buenos, con música buena, gente interesante y diseños espectaculares, uno en verdad la pasa bien, pero tener que dirigirle la palabra a un inverbe vestido de gabardina es, simplemente, una aberración.


11 comentarios:

  1. Luis Enrique Ramos13 de mayo de 2009, 10:53

    buena entrada Sergio!

    jajaja que risa la gran historia de la niña y su "chichi".

    Una vez me platicaron que igual una amiga no la dejaban entrar a un antro por el clásico pretexto de: "solo con reservación". El caso es que justo a un lado de ella, entró un tipo cualquiera, sin decir absolutamente nada al cadenero. Ella cuestionó al cadenero diciéndole: "porque él puede pasar y yo no?" a lo que el cadenero dijo: "porque él es hijo de X".

    Ella en su desesperación dijo, grandes palabras:
    - "Ah si? pues yo soy hija de la verga! Déjame pasar"

    jajaja igual la conoces, fue en el tec. buena historia.

    Concuerdo contigo, son un caso los cadeneros y tal como lo dices es un "ciclo" por lo que dudo que en algún momento estos tipos dejarán de existir.
    Aunque debemos admitir que son miembros distinguidos de la cultura mexicana, en especial de las "noches de antro", forman parte de la idiosincracia mexicana.

    Buenas entradas, ya leí tmb el de "estorbar" jaja pobres gordos


    salu2

    luis

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  2. Además los cadeneros, ya hablando en serio, son el ejemplo mñas claro del delirio de inferiodidad que sufren muchos mexicanos, lástima que haya que tener pose para "sobresalir". Saludos, Luis.

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  3. Uff Me pongo de pie y aplaudo, cómo siempre uste' lo logra. Fan from hell de sus diarreas joven.

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  4. Grazie!! Vo que estás regresando en el tiempo. Cool as ice!

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  5. yo pienso que el que puso esto ejeje no lo dejan pasar al antro ni saludando de mano al portero y llamandolo por su nombre¡ y que no puede siquiera pagar por el servicio en una disco¡o simplente es muy feo ¡

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  6. reducido a un pequeño grupo de personas???? que van a estos lugares<==== ejejeje creo que en primera no sales mucho en segunda alguien te trato mal eso es un echo¡ apuesto que lo tuyo no es la vida nocturna asi como muchos que hicieron caso a tu desatinado comentario.

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  7. lo chistoso es que aqui a nadie hiceron menos en un puerta de un disco , a todos les contaron que un amigo de una amigo le paso .¡ pobres¡ el decir el " hijo de vecino" a una persona que quiere resaltar que un empleado es selectivo el como persona esta peor pero vivira con ellos lo que le resta de vida ese sera su castigo

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  8. José (sí, tu nombre se escribe con acento). Por lo que leí dejaste tres comentarios, dos como anónimo, no sé por qué. Muy bien, muchas gracias por tu opinión, aunque sea incorrecta y tan aberrante como los personajes que describo en la entrada. Sigue leyendo y tal vez tu criterio pueda mejorar.

    Saludos afectuosos

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    1. Y de casualidad cual sería la opinión y acción correcta y no aberrante desde tu perspectiva?

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  9. Y yo k keriia zer cadenera amii no me gusta aser sentiir mall :-\

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  10. Totalmente cierto este artículo, el "poder" de los cadeneros se terminará cuando nosotros nos demos cuenta, que no hay antro que valga la pena como para rogar la entrada.
    Es triste ver que la gente que en teoría es "inferior" se comporte como omnipotente.
    A mí ya me pasó, no me dejaron entrar a mí y unos amigos porque no íbamos vestidos para la ocasión, y no íbamos en fachas, íbamos con vestidos y maquillaje, los chicos con camisa y zapatos, y lo peor, aparecen chicos con tenis y con el saludo típico de mano al cadenero y entran libremente sin pagar y sin reservación.
    Qué mal por esta situación, hasta las influencias y mañas afectan la diversión, pero en fin, la fiesta no la hace el lugar, ni el alcohol, ni la ropa.

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