28 de septiembre de 2009

De los anuncios espectaculares

La semana pasada platicaba con mi mamá (indirectamente) de la contaminación visual que tenemos en la Ciudad de México. Me refiero a los posters, anuncios en parabuses, en los mismos autobuses, en los postes, en las paredes y, en algunas zonas, hasta en las banquetas.

¡Qué situación! Estamos bombardeados de publicidad, colores, rostros, texto. Es algo que afecta al paisaje, que de cierta forma nos llena la cabeza de información que no necesariamente es útil y que, además de todo, "afea" nuestro entorno.

También hablábamos de por qué no está padre caminar en esta ciudad, donde las banquetas están llenas de grietas o invadidas por puestos de tacos, tortas, chicles, flores, etc. Y recordábamos (mas bien yo recordé), cuando caminaba hacia la universidad en Madrid. En realidad era un trayecto lindo.

Salía de la residencia como a las 8:40 am y llegaba perfecto a la clase de 9. El aire no estaba viciado, había pocos autos, las banquetas adoquinadas de la zona permitían un paso confortable, se podía ver un parque, un vivero y a muchos estudiantes que también se dirigían a la casa de estudios. En el trayecto no había un sólo anuncio espectacular; en ese momento retomamos lo de la contaminación visual.

Mi ma estudia francés, y por alguna razón que en este momento no recuerdo le preguntó a su maestra cómo se decía espectacular en ese idioma, a lo que ella le contestó que no había una traducción literal para la palabra, pues en territorio galo no existen este tipo de anuncios.

No sé ustedes, viajeros lectores, pero en efecto no recuerdo haber visto anuncios de este tipo, por lo menos en París, Burdeos, el Valle de Loire o Calais. ¿Qué dice?

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