1 de septiembre de 2009

Y a ti, ¿ya te hablaron?

Los habitantes de la Ciudad de México (no sé si los de otras partes de la República) hemos sido atacados por una serie de llamadas telefónicas que ofrecen todo tipo de productos e información: desde tarjetas de crédito hasta invitaciones para las grandes baratas de tiendas departamentales. Eso sin mencionar las extorsiones y las equivocaciones de ciertos bufetes de cobranza que hablan para preguntar por alguien que no vive ahí (ésas las he recibido en innumerables ocasiones).

Y sí, es harto molesto, hartísimo. Todo esto ha generado una gran expectativa, pues se pone en duda la confidencialidad, ya que las personas dan sus datos a una institución, llámese banco, compañía telefónica, gobierno o a un encuestador, y éstos (los datos) pasan a formar parte de una base gigantesca. Luego esa base se vende al mejor postor para efectos de molestar a los ciudadanos con sus ofertas y demás. Pero por supuesto que el gobierno ha hecho algo: existe una línea telefónica donde el afectado puede llamar para denunciar estos hechos para que ya nadie lo moleste nunca más (dicen).

Hasta ahí, todo va regular, pero el problema grande, grave, incomprensible, apareció en los días anteriores a este. El Presidente de la República Mexicana, don Felipe Calderón Hinojosa, entregará hoy su 3er Informe de Gobierno, en medio de la polémica, pues México está sumido en una crisis política, social y económica muy fuerte. Aunado a esto, su partido ha perdido representación en la Cámara (PAN) y la lucha contra el narco ha sumergido al país en la violencia.

¿Qué significa esto? Que hay que legitimar todas las acciones del Ejecutivo. ¿Cómo? Pues a través de la publicidad, básicamente los mensajes masivos. Así, no conforme (la Presidencia) con utilizar los espacios radiofónicos y televisivos hasta el cansancio, ésta ha decidido que por qué no le hablamos a la gente por teléfono. Sí, señor, ¡qué buena idea! Entonces accedieron a cualquier base de datos, sacaron los números de hartos conciudadanos, grabaron algunos mensajes, contrataron a un call center y... bueno, no se sorprenda si una de estas lluviosas tardes suena su teléfono y una máquina le reproduce la voz de una señorita que le informará los "grandes" logros de Calderón. No, no le dirá que desempleo, inseguridad, violencia, corrupción, no, más bien le dará una pequeña lección de demagogia.

Después de escuchar tales aseveraciones seguramente se quedará con algunas preguntas rondándole por la cabeza como ¿por qué el gobierno, que se supone lucha para que este tipo de cosas no pasen, utiliza estos medios?, ¿cuánto cuesta (dinero de nuestros impuestos en tiempos de crisis) implementar este servicio?, ¿de dónde salen los números telefónicos de la gente?, etc.

Bueno, esto es México.

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