30 de junio de 2009

Conductor responsable

Una de las peores entradas a Constituyentes es, definitivamente, la que le sigue al deprimido de Av. Las Torres. El caos vial mañanero es de lo peor, pues hay cuatro carriles laterales que terminan por convertirse en uno. A esto hay que añadirle la escoria vial (microbuses) y los autobuses que salen de la terminal de Observatorio con rumbo a la carretera México-Toluca. ¡Todos pasan por ahí!

El aperre es brutal y los accidentes no se hacen esperar. Todos los días hay un camión descompuesto, un choque de espejos retrovisores o un besito entre facias y defensas. Nadie está exento, a todos les puede pasar. Hoy, el turno fue mío.

Un señor que parecía más cadáver que hombre, al volante de un Accord de modelo reciente, embarró su facia contra mi defensa. En cuanto sentí el golpecito comencé a maldecir. Apagué el auto, subí el freno de mano e importándome poco los bocinazos de los desesperaditos me bajé a ver qué le había pasado a mi auto. El don se estaba bajando también, con una cara de compungido que me dio "ternurita".

Como mi coche está un poco sucio (no veía qué le había pasado) y en realidad el golpe no fue tan aparatoso, le pregunté al señor, quien se disculpaba una y otra vez, dónde le había pegado. Cuando pronunció su arrepentimiento por octava ocasión me dijo: "ahí, ese pequeño rayón". Le pasé el dedo a la zona del desastre y descrubrí una descarapelada de un centímetro aproximadamente.

Hice un ademán de molestia y, como si estuviéramos sincronizados, mientras yo decía "bueno, pues va a necesitar un retoque", el muy educado caballero abría su cartera y sacaba ¡100 varotes!
Los tomé con naturalidad, como si todo fuera parte de algo inminente. Me sonrió, le hice una pequeña reverencia con la cabeza. Nos subimos a nuestros respectivos y ciao ciao, cada quien a su chamba.

Aún quedan personas buenas en la vida, ¿qué no? Pero pa' evitar el desembolse, maneje con precaución, cafre lector.

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