13 de julio de 2009

Calentura dominguera

En alguna entrada ya había comentado de la problemática que suponen los tianguis para la gran Ciudad de México (tráfico, corrupción, no pago de impuestos, basura), pero el domingo pasado (sí, ayer), me encontré con otro grave problema que este tipo de negocios le traen a nuestra sociedad, educada, fina y de buenas maneras: encuentros sexuales furtivos.

¿Qué que? Así como lo lee, querido seguidor. Lo que vi ayer rebasó los límites de la calentura dominguera, y es que con eso de que en el séptimo día de la semana el apapacho se extraña, un par de trabajadores de mercado sobre ruedas no pudieron esperar a recoger su relajito y llegar a su casa.

Por cierto, esta historia se dio justo en la semana en la cual se anunció que, según un conteo de askmen.com, México se encuentra entre los 10 países más cachondos del mundo:

Domingo 12 de julio de 2009
Una calle del Distrito Federal (repleta de vehículos de puesteros)

Recargada sobre un camioncillo blanco, una mujer de rasgos no muy finos platica con un hombre, al parecer pollero por el delantal blanco (muy característico) que porta. Éste la aprisiona con sus brazos y le habla de cerca, muy cerca, como si quisiera besarla, pero ella, en un coqueteo que no durará mucho, se parta temerosa, pero exitada.

El pollero acerca su cuerpo y le proporciona un arrimón marca llorarás. La chica, un tanto apenada, recorre los alrededores con la mirada, para corroborar que nadie los ha visto. El otro sigue con las caricias y ella, en un afán estúpido por detenerlo, lo mira y le dice algo. (Supongo que podría haber sido "Ora Lencho, yastate sosiego").

Pero como es de suponerse, la chica cede a los encantos de su amante y éste, con un movimiento de manos harto veloz, le mete mano por dónde le cuento, tratando de camuflajear el faje con su delantal. Se enfrascan en un beso apasionado y la fila de autos (atrapada por la congestión vial) avanza.

¿Qué habrá pasado? ¿Habrán consumado su calentura en plena calle? ¿Habrán sido descubiertos por un transeúnte curioso? Eso jamás lo sabremos, querido y morboso lector. De lo único que podemos estar seguros es de que lo sucio nadie se los quita, ¡cochinones!

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